Desde hace unos días intento hacerme un esquema mental de en que podría transformarse el movimiento 15 de Mayo. Es difícil, creo, marcar un rumbo claro sobre el futuro de los indignad@s, pero en el presente artículo me centraré en tres puntos que considero claves.
Movimiento u órgano de reflexión, consulta y decisión de la población.
En varias asambleas se ha planteado la forma de operar de las mismas y si corresponden a un órgano de coordinación y decisión de un movimiento o solamente de un grupo ciudadan@s libre e independientes. Pues bien, lo que yo creo es lo siguiente: el 15-M se debe transformar pronto en un macro-movimiento social que lleve adelante las luchas de los distintos sectores oprimidos de la sociedad, es decir, parados, trabajadores precarios, mujeres, inmigrantes, estudiantes, gente con diferentes capacidades, etc. Además, claro está, debe tener un claro comportamiento ecologista y porque no, decrecimentalista. Debe de ser el apoyo de todas las protestas populares que se están llevando, tanto dentro, como fuera del Estado español. Un grupo, donde las personas se vean respaldadas y reflejadas, todas y todos tenemos problemas muy similares, sobre todo con un origen común y por eso, debe quedar constancia de que estam@s unid@s en la voluntad de cambiarlos. Por supuesto, para que el movimiento tenga tanta aceptación entre la sociedad, como lo está teniendo hasta ahora, no debe abandonar la vía pacífica y cívica, es nuestra fuerza. Se ha comprobado claramente que un movimiento de ciudadan@s que sea capaz de dar ejemplo, es imparable.
Coordinación local, nacional e internacional.
Es indudable que los problemas que tiene la población mundial vienen todos de lo mismo, de un sistema económico predador que funciona globalmente. Unos países actúan como donadores de materias primas, otros sin embargo, tienen más fuerza como consumidores, mientras que hay otro grupo, que aporta fundamentalmente mano de obra, porque no decirlo, barata. Con todo este engranaje tan complicado y jerarquizado, es evidente que la respuesta debe tener una coordinación a su nivel. En este sentido, hay varias cuestiones a favor del movimiento, la primera son las nuevas tecnologías de la información y las redes sociales. Negar que han sido un elemento calve (evidentemente no desencadenante, como dicen algunos) para la organización de la respuesta, sería intentar negar la evidencia. Fueron muy importantes en las revueltas del norte de África, en los países árabes y ahora lo están siendo en el movimiento 15- M, dentro y fuera de España. Son una herramienta perfecta para poner en contacto las diferentes luchas sociales y adoptar estrategias comunes en los diferentes lugares alrededor de la esfera terrestre. La segunda y para mi más emotiva e importante, es la formación de reuniones interacampadas, evidentemente, no podrán ser muy a menudo, pero igual que antes hablaba de las múltiples posibilidades que aportan las redes sociales, también entiendo que tienen sus limitaciones y que no es lo mismo conocerse a través de una pantalla plana, que verse y discutir en persona. Estoy enormemente contento de que el fin de semana del 4 y 5 de Junio, haya tenido lugar la primera reunión entre las diferentes localidades. Me parece un paso enorme y una demostración de coordinación que seguro a más de uno, le habrá asustado un poco.
Reformismo o cambio radical (entiéndase desde la raíz) del sistema.
Desde mi punto de vista el trabajo a realizar, consta de dos procesos: uno a corto plazo, en el que indudablemente tengamos que acatar una serie de reformas dentro de este sistema; y uno a largo plazo, que cambie el sistema radicalmente. El primero, surge de la necesidad de contrarrestar las medidas que actualmente se vienen imponiendo desde el Gobierno. Sería una locura empeñarse únicamente en cambios arduos y costosos, sin atajar primero las necesidades de las personas que a día de hoy se están quedando sin casa, sin trabajo, personas que tienen un sueldo de 600 euros, o ciudadan@s que por el simple hecho de carecer de un papel, se les interna en un centro para extranjeros. Además hay que tener en cuenta, que cambiar un sistema es un proceso, por lo menos, a medio plazo y empezar a obtener una serie de resultados, aunque sean mínimos, daría mucho apoyo, ánimo e ilusión al movimiento. Dicho esto, sería una irresponsabilidad mayor, pretender cambiar el sistema económico y político que nos está llevando a la ruina, únicamente desde dentro del sistema. Tenemos que tener claro, que ni nos conviene, ni nos representa. En este sentido, el estar generando una cultura de participación política, estar usando el asamblearismo como forma de consulta y decisión popular, además de crear lugares de autogestión, son buenos primeros pasos. El avance que está teniendo el movimiento hacia los barrios, los centros de trabajo y los centros escolares de todo tipo y nivel, no hace más que avivar la llama del cambio. No creo que tengamos que tener prisa, pero mucho menos ceder en el empeño. Sin prisa, pero sin pausa. No tenemos miedo, el cambio es la única solución y ya ha empezado.
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