Día 21 de diciembre de 2015, me
levanto pronto para ir a trabajar. Como todos los días mientras desayuno leo la
prensa. “Las empresas del IBEX 35 abren con ganancias; Turquía acusa a Rusia de
atacar a disidentes Sirios que no pertenecen al ISIS; las compras de Navidad aumentan
con respecto al año pasado.”
Termino de desayunar y salgo de
casa, hoy me espera un largo día. Es increíble, es invierno pero no hace nada
de frío. Dicen los expertos, que este año va a ser el año más caluroso desde
que se registran las temperaturas. Creo que llevan varios años diciéndolo.
Cuando estoy llegando al pueblo
donde trabajo, veo que en la acera hay un hombre que habla a voces a una mujer
que se encuentra en el rellano de la casa. Ella, llora desconsolada y le pide
por favor que no le grite. El hombre le ordena meterse en casa y posteriormente
él se mete en el coche. La situación ha sido totalmente desagradable.
Entro en mi oficina, antes de
ponerme al día con los correos y lanzarme manos a la obra, otro día más, hablo
un rato con mis compañeros de trabajo. Hoy vienen alborotados, los dos son del
mismo pueblo y conocen a una vecina que se ha suicidado este fin de semana.
Parece ser que les iban a quitar la casa por no poder pagar. ¡Qué tragedia! Dice
mi compañera. Después de un rato hablando, nos ponemos a trabajar.
A las cinco de la tarde salgo del trabajo, me meto en el
coche y bajo a la ciudad. Hoy tengo que hacer unos recados que no pude hacer la
semana pasada. Como siempre voy con retraso. Antes de llegar a la ciudad, paro a
echar gasolina. Ha vuelto a subir. Antes con cuarenta euros llenaba el depósito, ahora con cincuenta
nunca lo hago.
En la puerta del supermercado me encuentro a una mujer rumana
pidiendo dinero para comida. A mi lado pasa una señora con sus hijos pequeños cogiéndoles fuerte de la mano y les anima a ir más deprisa. Pienso que a lo mejor se creen
que la mujer rumana tiene una enfermedad contagiosa o algo así. ¡Hay tanta
gente estúpida en este mundo!
Cuando vuelvo a mi casa después de hacer la compra, me siento
en el sofá y suspiro. Me queda todavía una dura semana. Rápido me doy cuenta de
que voy a tener que estar así al menos otros treinta y cinco años más. Luego
intento borrar esa imagen de la cabeza y me doy cuenta que debo sentirme
afortunado, porque por lo menos tengo trabajo. Debo ser un esclavo contento.
Me meto en la cama y mi último pensamiento antes de dormir
es una canción. Una cantinela que no se me borra desde hace unos años de la
cabeza.
“DE NOOOOORTE A SUR, DE EEEEEEEEESTE A OESTE. LA LUUUUUCHA SIGUE,
CUESTE LO QUE CUESTE””
El día 21 de diciembre seguirá habiendo explotación, las
grandes multinacionales seguirán existiendo, la guerra se cobrará sus víctimas,
todavía viviremos en una sociedad consumista, el cambio climático no habrá
cesado, el machismo estará igual de patente como también lo estará el racismo y
muy probablemente, todavía la gente se suicidará por no poder pagar la casa.
¡¡EL
CAMBIO SÓLO LO TRAERÁS TÚ CON TUS ACTOS. EL 21 DE DICIEMBRE SEGUIMOS EN LAS
CALLES!!
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