Cuando ocurrió la estafa de
Goldman Sachs y se desplomaron las bolsas del mundo globalizado generando la
crisis económica más grande después del Crak del 29, algunos ya vaticinábamos
lo que podía suceder. La polarización de la sociedad y la desafección con las
políticas que habían causado el desastre eran cuestión de tiempo. Por desgracia
una vez más la Historia nos está dando la razón.
Después de la crisis vinieron las
políticas de austeridad y la revolución neoliberal, haciendo recaer todo el
peso de las pérdidas sobre las capas populares de la sociedad mientras el
consumo de lujo crecía exponencialmente. Grandes masas de gente salieron en diferentes
puntos del globo pidiendo más democracia y unas condiciones dignas de vida.
Salvando mucho las diferencias de los distintos contextos, el común denominador
que sostenía las protestas era una clase media que había sido empobrecida
durante la crisis y cuyo futuro no era nada halagüeño.
Estas protestas han desembocado
en muchas consecuencias, pero en general en pocos progresos para la vida de la
clase obrera. ¿Qué ha ocurrido después? Más neoliberalismo, más crecimiento
ilimitado, más patriarcado, más recortes y más empobrecimiento. La rueda del
Capitalismo moderno no deja de girar y los perdedores dentro de los países
post-industriales (“desarrollados”) buscan alternativas. He aquí cuando surgen
los monstruos.
Cuando el Capitalismo entra en
crisis, donde antes había cierto grado de bienestar (con muchos matices) ahora
existe precarización, pobreza y hundimiento, las personas que lo sufren tienen
dos posibles salidas. La primera se basa en una visión simplista del problema
que está padeciendo. La clase media agonizante se deja llevar por la propaganda
y culpa a clases más desfavorecidas de sus circunstancias. El racismo, la
xenofobia y el nacionalismo suelen ser los tintes con los que se disfrazan las
opciones políticas de respuesta. La segunda opción es sin duda en la que muchos
de nosotros trabajamos. Intentar buscar la raíz de los problemas y mirar hacia
arriba cuando llueve y no hacia los lados. Es decir, responsabilizar a las
élites económicas de sus desfalcos, a la acumulación de capital y al sistema
político-económico que sustenta la trama.
Pues bien, hemos llegado al punto
de partida. ¿Por qué surge Trump, el Frente Nacional, el Brexit o toda la Ultra
Derecha en Europa del Este? Porque ante el desmoronamiento del sueño del Estado
del Bienestar (cara dulce del Capitalismo, sólo posible durante tiempos cortos
y en lugares concretos) la población busca respuestas. Si no existe una red
popular fuerte que ahonde en la raíz de los problemas y que tenga la estructura
suficiente como para contestar la política de las élites. Si no existen
organizaciones civiles capaces de empujar a la masa social a la colectividad,
el apoyo mutuo y la solidaridad obrera. Si no hay cultura política y la
sociedad está alienada, la opción fascista es mucho más sugerente, pues la
solución es materialmente más fácil. Es más fácil culpabilizar a los
inmigrantes de la cuidad de la falta de trabajo que mantener una lucha constante
contra la oligarquía que especula con la
vida.
¿Cuál es la única solución para
que no surjan elementos como Trump? ¿Cuál es la única posibilidad de derrotar a
la derecha española? Articular a toda la gente disidente que no comulga con el programa
político neoliberal y responder de manera coordinada. ¿Qué quiere decir eso en
la España de hoy? Unir todas las luchas de los movimientos sociales y de los
partidos políticos con marcado carácter popular. Aparcar las diferencias y
abandonar los sectarismos. Todo terreno de la vida está en el campo de batalla
y los de abajo somos mucho más débiles. Sólo una unión férrea de las personas y
organizaciones de a pie dará la opción de contestar contundentemente.
Organízate en tu barrio, en tu
ciudad, en tu puesto de trabajo. Organízate con cuantas más personas y organizaciones
mejor.
¡El lugar es aquí, el momento es
ahora, la persona eres tú!