Cuando,
en pleno deshielo,
el río
remonta
hacia la
fuente,
y su
curso sesgado se alimenta
lo mismo
que un espejo
de tu
faz, y apartado
de ti
me lo devuelve,
convertido
en tiniebla
y en
deslustrado espanto…
Názcanme
ojos de ciega,
unos ojos
vivientes
en la
punta del dedo
con el
fin de leerte y no perderme
en
viejos simulacros
sin
contornos
que al
igual que un remanso
me
devoran la noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario