viernes, 14 de noviembre de 2014

Calma antes de la tormenta

En un mundo donde no pasaba nada. Donde los derechos eran pisoteados a diario y todo el mundo callaba. Allá, donde los siervos defendían a sus amos, y eran esclavos sin saberlo. Allá, donde lo único que se escuchaba era el silencio y los señores dormían tranquilos, pues no tenían de qué estar inquietos..., a veces se producían conatos de rabia. Esas manifestaciones de dignidad, en donde se puede apreciar el tormento que sufre la gente. Son esporádicas, sí, pero son puras y vivas.
Quizá y sólo quizá señores del mundo, la tranquilidad con la que hoy pueden dormir, sólo sea la calma que precede a la tormenta...

Impávidos altaneros

Las balas perdidas en los torrentes del azar surcan los golpes,
viran y se tambalean ante las adversidades, pero continúan cabalgando.
El escenario, escarnio anclado a suelo de goma o quizá en latitudes mediterráneas, a cemento armado, es a la vez espectador del baile, baile de sensaciones a veces frustradas.

Los impávidos altaneros se engalanan con sus mejores trajes, intentando demostrar su condición de piojo resucitado. ¡Cuán grande es el coraje de la ignorancia! El tuerto, rey de los ciegos, siempre mira cíclope por encima del hombro, por encima del hombre que tiene a su lado. ¿Inocentes de las barbaridades sufridas? Carcajadas en mis entrañas me produce la frase. Malsonante viaje me trajo a estas costas, donde el pisoteado, pisa aún con más fuerza a su hermano. ¡Adelante! ¡Adelante! Continúen desmembrándose entre ustedes, mientras desde arriba les escupen blasfemias disfrazadas de olor suave.

Laurisilva

La inmensidad verde lo empapaba todo, con sus trenzas colgando. Invadió ese miedo que asoma cuando la belleza en bruto se deja alcanzar, ese nudo en el estomago cuando aparece la hermosura en su estado natural. Pocas veces el silencio estuvo tan poblado de sonidos, crujidos y graznidos. Pocas veces la soledad estuvo tan acompañada. Si los mundos mágicos existen, este es su cielo, pues no imagino nada tan elegante. Afortunadamente todavía existe la grandeza, afortunadamente todavía el planeta respira y lo extraordinario roza la sensibilidad de quien se deja. Un placer conocerte Laurisilva.

Párrafos obtusos

Entre párrafos obtusos, entregados al engaño,
continúan las golondrinas al vuelo.
Así, año tras año,
mientras la decadencia avanza,
hay toda una tierra plagada
de maravillas que descansan tranquilas,
al margen de la oscura realidad.
Plácido es el rincón que aguarda al combatiente
en los días de atardecer dorado.
Y así, mientras tanto,
las jaulas de malditos barrotes,
se rompen con los gritos de los libres,
Y así, mientras tanto,
los gritos de la libertad,
son encerrados en cárceles
con barrotes de acero.
¡Cuánto azota la tormenta
al divisarse de lejos!
¡Cuántos corazones esperando
por el espasmo que despierte!

Salvaje oleaje

Una vez más al viento,
hoy con mi Sancho,
este gitano que acompaña
desde hace años, mi destierro.

Parece que siempre,
por arte de magia,
las almas perdidas
quedan atadas.
Atadas sin nudos,
sólo unidas con lazos de guirnaldas.

Harto de frutos que huelen
a basura de otro tiempo,
busco sin remedio,
otro risco al que agarrarme.
En mares azules,
desiertos de sedas
o en selvas más verdes
que los ojos de esperanza,
esa mujer alegre
a la que todo el mundo llama.

Un barco, sí, un barco y una vela,
un destino o una huida presta.
¿Qué es todo en la vida
sino un viaje dónde te encuentras?
Dejando cosas valiosas
y conociendo otras más bellas.

Salvaje oleaje que empuja mi esfera,
meciéndome como niño
en las manos de niñera.
Cautivo en este baile,
reposa mi intensa marea,
suavizando mi carácter,
de miliciano de estepa.

Compañeros, compañeras,
hoy os pienso
con más intensidad que cualquiera,
pues sé que estáis haciendo grande,
la solidaridad de vuestra tierra.
Entre tumultos de cereales
y nieves perpetuas.

El fluir del río

Si los méritos se contasen por las veces que un hombre hace la maleta, quizá el aire cambiase de tono, por desgracia, no es así. Quizá muchos pensarán que son las derrotas las que así se cuentan. Bueno, opiniones para cientos...

Lo que es seguro, que con cada llegada es un nuevo principio. Allanar terreno, labrarlo, sembrarlo. ¿Esta vez dará tiempo a recoger los frutos?

En cada partida se quedan pedazos atrás. Recuerdos grabados a fuego, vivencias que hicieron reír o hicieron llorar, momentos y lugares, que nos acompañarán siempre. Pero también hay que recordar que en el camino hay muchas vueltas, muchos giros, muchas rocas , muchos riscos y que si uno no hubiera avanzado por el sendero, no conocería lo que ahora debe despedir.

Es el fluir del río lo que oxigena el agua, así que sin pestañear, ni dejar de mojarnos los pies, continuemos navegando.

Montes de canela

Hay personas que en sus corazones,
tienen montes de canela.

Hay personas, sin embargo,
que poseen páramos yermos.

Hay almas que no descansan nunca,
buscando el rayo de sol,
que recuerdan de la infancia.

Hay muchachos refugiados
en botellas de vidrio opaco.

Hay muchachas ignorantes,
del dolor del calor humano.

A veces se encuentran caminos,
con rocas, con baches, con bochornosos destinos.
Otras, dulces torrentes
para descender en compañía
con la barca del cariño.

Unos años, se despiertan ruiseñores,
cuyos ojos son el fuego,
al que hasta halcones temen.

Y unos siglos,
esas rocas de granito
soportan viento y marea,
sonriendo al vacío
y guiñando al atardecer.

A veces lobo, a veces hombre,
a veces solo, a veces noble.

Dedicado a los caminos oscuros...

Arriesgar

Arriesgar,
exponerse,
abrir el pecho.

Contestar,
no caerse,
caerse y levantar.

Mirar,
ser consciente,
reflexionar.

Despertar,
aclarar,
no asumir.

Elegir una forma de entender,
de vivir .
Libertad

Hoguera

Abrazado al marco del recuerdo,
encuentro distante el sabor de terciopelo
que ansiado, acaricia mis labios.
Ese anhelo, que busca salida
entre los pobres adoquines de la cuidad temprana,
aúlla en el fuero interno del poeta,
que delirante lucha contra la hoguera,
pero el fuego en su seno crece.

Avanzo la mañana, y así, cada semana intento no mirar al horizonte
pues recuerda demasiado al azul que mi cabeza no olvida.
Y miro al suelo y continúo, y sólo por la noche levanto la cabeza
para abrir la fuente del perdido, y tallar muescas dobles
que sirvan de aprendizaje y que no se borren,
que fluyan al sentir de la cerveza
y callen, esas voces que en forma de latidos golpes me envenenan.

Dicen que cuando sueñas

Dicen que cuando sueñas
la vida se te revela,
en pedazos de bohemia,
con colores inusitados
y broches de esquizofrenia.
Dicen, que hay personas que no despiertan,
que siguen soñando hasta el ocaso de su existencia.
Y esas personas viven dignas,
pues construyen los mundos
que ellas quisieran.
A veces, desesperan,
al contemplar como la vida
se transforma en miseria y tragedia.
Susceptibles de la ruina
que en su entorno reina.
Pero saben y sonríen, que la ruina,
a veces en furia se presenta.
Y saben también,
que después de la furia en tormenta
a veces, la música de la utopía suena.

Esquinas oscuras

Sólo caminando recorremos las esquinas más oscuras de nuestros recuerdos, sólo despacio y sin miedo.
No desciendo dos veces por el camino al infierno, y cuando voy, recojo los pedazos de los nuestros, los guardo y con ellos, construyo jardineras donde plantar pensamientos. Pensamientos que van y que vuelven, pensamientos que germinan en las noches de verano. En pequeños pueblos que celebran con fuego, tradiciones y heridas, nacimientos y ancestros.
Yo recuerdo, si recuerdo, estaba contigo y susurrabas a mis adentros:

Recoge milagros,
que nadie te deje ciego,
sólo tu determinación será tu techo.

Y así navegué por aquel valle y así hoy vago por tus sueños. Caminando despacio y sin despertar a los necios.
El mundo se duerme y a mi me duele el pecho, de tanto gritar tu nombre, de tanto quererlo.

Surcar, aún sin viento

Atreverse a coger la vida como viene y saltar al vacío sin más, sin esperar. Aguantar chaparrón y tormenta, aguantar y lamerse las heridas. Ser capaz de amar y no por ello querer atar los pensamientos. Querer y querer como se merece, sin preguntar a los miedos qué opinan, sin huir de ellos.

Abrazarse a lo nuevo, aferrarse fuerte y volar con ello, sin olvidar aquello que te hacía sonreír, aquello que te quitaba el aliento. Buscar en la mañana, en la tarde y en noches de invierno. Buscar el silencio, gritar cuando debas, y llorar por derecho. Porque algo nos duele, porque estás vivo, porque siempre reír es patético.
Mojarte al alba los pies, en el pantano y llamar a la luna y a sus destellos. Que despidan la juerga que entre guitarras fue creciendo. Ser lobo y hombre, ser fuego y hielo, ser poeta y soñador y ser guerrero.

Morir por los tuyos y vivir con ellos, vivir para ti y para alcanzar tus sueños. Compartir la distancia, los momentos, la alegría, los golpes, los lamentos, compartir el calor y el frío, el hambre y el dinero. Hacer familia creciendo, familias de sangre y de sentimientos. Beber las lágrimas de quien llora en nuestro seno. Acariciar cabellos, agarrar nalgas y dar mordiscos sinceros. Ser dulce y ser veneno. Valiente a veces, a veces loco y a veces cuerdo.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Expulsado del pecho

Disputando las palabras de raciocinio
veo inmerso en la garganta la oportunidad
proscrita de herir al adversario.

Toco y enseguida la ponzoña envuelve mi cuerpo.

Toda la fragancia de ira sale expulsada por la inercia
como si años de espasmos presionaran
mi pecho.
Automáticamente me desinflo
y mi elegancia describe una curva que
lentamente viaja hacia el centro de mi ano.

Vergüenza malsonante
castiga entonces mis pensamientos.

Siempre esa bola de ansia estalla
salpicando chispas de cólera
a todo aquel que me rodea.

Color gusano babosa y hedor champiñón podrido,
caracteres inmutables del comportamiento desposeído del alma.

Fuego y chillidos por dentro,
rocas cayendo, riscos, chubascos y frío.
Después un  incesante frío que lo cubre todo.
El frío que corta mi cuello,
separando la caliente cabeza

del ardiente cuerpo.

domingo, 9 de noviembre de 2014

El Agua y el Fuego

El agua y el fuego, condenados a entenderse
Ella, tan pálida, fresca y deslumbrante
Bebiendo los charcos que dejó detrás el deshielo.
Acongojada por los cielos,
Turbulenta a veces y a veces calmada y con sosiego
Fría o distante,
Y con esa fuerza penetrante que moldea el Universo
Su paso al trasnochar cuando río,
O en océano eterno
Bebida yo te bebo, y eres la flor de mi vida
El riego de todos mis huertos
A tú paso otorgas color y rubor,
No hay nada que frene tus deseos.
Los peces son súbditos, los animales te buscan con anhelo
Las plantas forman selvas
Cuanto más dejas notar tu esencia.
Eres como la vida
Pero eres la muerte en tormenta
Peor que el veneno
Si te enfadan o provocan,
Si se cruzan en los caminos de los valles
Que durante siglos araste
Tarde o temprano vuelves, a reclamar el terreno
Gélido oleaje que rasga los cielos
Y cabalga entre nubes
Y acude,
Reclamada desde el profundo infierno.
Y qué decir de él
Del señor Fuego. Cálido y suave en hogar
Alma de lo humano, que promete prosperidad
Y acaricia nostálgico cualquier recuerdo
De los infantes queridos cuando volvieron del invierno
Cocina manjares y tuesta lo crudo hasta ponerlo tierno
El fuego,
La pasión de la calle
El silencio de los gobiernos
La esperanza de las noches
Que se escriben en versos
Una aspiración escrita siglo a siglo
Una leyenda contada en ancianos cuentos
La purificación de algunos
Superación divina para los necios
El centro de los sabios que piensan en corros
El terrible adversario al que todos tienen miedo

Condenados a entenderse
El Agua y el Fuego
Un sendero turbulento entre un amor

Y el penetrante carácter de sus sueños.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Gritando soledades

Gritando soledades se levanta uno en guardia.
Espera, agazapado entre el piano y la maceta de geranios
a que despierte el día
y así no molestar a la anciana del otro lado del patio,
iracundo y escupiendo sangre, preguntándose el porqué.
Lo más gracioso es que uno siempre espera respuesta

Anquilosado sale de casa, y el frio golpea su cara
con más fuerza que ningún puñetazo.
La noche de ayer fue dura, o quizá fueran todas las noches.
Quizá ya no sea joven
o quizá no se dé cuenta.
Camina por el barrio, con ese ritmo rápido
de cuando era camarero
como si fuera a algún lado,
pero hace ya tiempo que no tiene prisa
que ya no busca, pues su entorno está desolado.
Y aun así camina, y camina con fuerza.
Levanta la cabeza, por orgullo propio
pues le jode esconderse de nada.
Quizá ha perdido,
o quizá no haya empezado a combatir pero ya estés cansado,
o quizá lleva la vida entera luchando.
A veces es tan difícil saber qué ocurre.

Al rato, después de pasar por el parque, llegar hasta el río
subir al altiplano y ver la ciudad desde lo alto,
vuelve a casa con ese sabor agridulce que no le abandona.
Ya es tarde, y el día ha terminado.
Ahora llega la noche que sabe bailar a su lado,
que sabe regalarle los momentos que sueña.
Y sin pensar sale a olvidar,
a olvidar lo que con cicatrices profundas está grabado

Hasta el día siguiente…

que vuelva a preguntar qué está pasando.