Y lo único
que quiero es quedarme en mi agujero y poder castigar mi hígado, hasta que el
día se transforme en noche y la noche en alba de color albero.
Oscuridad
perdida que transformó el recuerdo, de aquella mañana prometida, que nunca se
vio en mis sueños y que sin embargo, me palpita desde dentro.
Una vez
más, la escritura me sacó de mi infierno y me devolvió a ese mundo, que sin
haberlo pedido, era el mío y se construía a cada verso.
Las
palabras se me amontonaron en la cabeza y me rasgaron la garganta al escupirlas.
Esgrimí el bolígrafo cual funambulista, en delgado cable de acero, y transformé
mis anhelos, en frases proscritas.
Y así,
línea a línea, pliego a pliego, salí de mi encierro y suspiré por los días que sin vivir, había escrito
para ellos. Supliqué que no se me olvidaran. Prometí, que llevaría sus palabras
hacia otros lugares sin rabia.
La Historia
será contada, por más que quieran enterrarla. Los hechos, deshechos, tendréis
que escucharlos y leerlos hasta que la vergüenza o la muerte, os alcancen con
su guadaña.
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