viernes, 14 de noviembre de 2014

Surcar, aún sin viento

Atreverse a coger la vida como viene y saltar al vacío sin más, sin esperar. Aguantar chaparrón y tormenta, aguantar y lamerse las heridas. Ser capaz de amar y no por ello querer atar los pensamientos. Querer y querer como se merece, sin preguntar a los miedos qué opinan, sin huir de ellos.

Abrazarse a lo nuevo, aferrarse fuerte y volar con ello, sin olvidar aquello que te hacía sonreír, aquello que te quitaba el aliento. Buscar en la mañana, en la tarde y en noches de invierno. Buscar el silencio, gritar cuando debas, y llorar por derecho. Porque algo nos duele, porque estás vivo, porque siempre reír es patético.
Mojarte al alba los pies, en el pantano y llamar a la luna y a sus destellos. Que despidan la juerga que entre guitarras fue creciendo. Ser lobo y hombre, ser fuego y hielo, ser poeta y soñador y ser guerrero.

Morir por los tuyos y vivir con ellos, vivir para ti y para alcanzar tus sueños. Compartir la distancia, los momentos, la alegría, los golpes, los lamentos, compartir el calor y el frío, el hambre y el dinero. Hacer familia creciendo, familias de sangre y de sentimientos. Beber las lágrimas de quien llora en nuestro seno. Acariciar cabellos, agarrar nalgas y dar mordiscos sinceros. Ser dulce y ser veneno. Valiente a veces, a veces loco y a veces cuerdo.

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